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viernes, 16 de marzo de 2018

AL RITMO DE LOS TAMBORES




Que la vida siempre me encuentre un poco abnegado y otro poco temerario…




Domingo, faltan dos horas para el amanecer y “Juanita” mi querida madre me despierta para avisarme que mi hermana “Naty” ya está en camino desde su casa de Avellaneda. Viene para acompañarme y trasladarme al Puerto de Reconquista. Previo a esto un desayuno liviano.

En el Puerto espera la “Balsa”, es un buque tipo transbordador llamado “Cynthia” con una eslora de 42,12 metros, una manga de 12,29 metros y con solo 1,46 metros de calado. El servicio que presta es de transporte, puede llevar varios camiones, vehículos particulares y decenas de personas en un ambiente climatizado. Comprobado por mí, la estabilidad es total aún con vientos y esta no es la primera vez que me subo a una balsa. En la anterior oportunidad fue para pasar con vientos fuertes el Estrecho de Magallanes. Así que se puede decir que tengo cierto cariño y respeto por este tipo de embarcación. Una de sus cualidades son sus dos motores diésel que desarrollan unos 850 HP.




No hay un amanecer más hermoso que aquel donde el Sol con tonalidades de rojo y naranja se refleja en el agua. Tenía la oportunidad de observarlo mientras navegábamos en el sinuoso Río San Jerónimo. A las dos márgenes del río una densa vegetación con abundantes camalotes, probablemente arrastrados hasta ese lugar por la crecida en estas últimas semanas. Lo que llama la atención del río en ese sector es pasar desde lo inhóspito del monte bravo en su máxima expresión a las cabañas y quinchos urbanizados con alumbrado y muelles privados. Pero solo hasta la próxima crecida extraordinaria, donde la naturaleza del río reclame esos terrenos. La única recomendación es, a la mañana temprano, no dejen abierta las ventanas de la balsa, se van a salvar de un ejército de mosquitos hambrientos que vienen por su sangre calentita.
Luego de dormitar un poco en el asiento me doy cuenta de que estamos pasando ya por el Paraná que en voz guaraní significa “pariente del mar”. En dicho sector hay una extensión de algunos kilómetros. Importante es su profundidad, ya que es usado por otros buques de carga que lo navegan por su canal principal permanentemente. Hoy la tecnología satelital no solo permite seguir las condiciones climáticas y de navegación en el río. Además de la localización en tiempo real de múltiples embarcaciones. Todo esto para minimizar los riesgos de las personas y las cargas.




Llegamos de forma puntual al Puerto de Goya, Corrientes. Esa ciudad que vemos el reflejo de sus luces en las nubes por las noches. No estamos tan lejos… El camino del Puerto a la ciudad me toca pedalear, son solo 8 km al centro de la ciudad, para un deportista recreativo no es nada. El camino con pavimento duro, en sus laterales las casitas humildes de madera. Lo que me llama la atención es que, a pesar de ser precarias (pobres e indigentes hay en todo el país, yo soy uno para los datos del INDEC). Estas tienen una construcción como las casas de la forestal, las tablas se apilan lateralmente de forma ascendente, como ver una escalera. Lo que no permite al agua penetrar la pared cuando llueve. Una buena idea para remplazar la lona de poliéster de muchos de nuestros quinchos en el río, hasta es más ecológico…
Luego de pasar el Regimiento de Goya, donde se encuentra el Batallón de Ingenieros Monte 12 (Fuerte Ñaembe). Le pregunto a dos adorables adultos mayores qué calle es la más directa para llegar a Plaza Italia y me indican con amabilidad que es justo esa “donde estaba parado”.
Ya en el Apart Costa Goya conocí a Vanina Stortti y Matias Mañanes, integrantes del grupo Modo Running que entrena el Director de Deporte Fernando López Torres (todos tenemos dos trabajos). Las características del Apart Hotel es que tiene sala de estar, un patio hermoso con plantas, césped, pileta hay asador en un quincho, ascensor, habitaciones amplias, con frigo bar, sofá, amplias camas, led, aire acondicionado... En particular mi experiencia con la pava eléctrica, feliz porque te calienta el agua en un minuto y se apaga sola, enamorado de esta maravilla de la tecnología, pude hacerme un té con un sobre “vit” antes de la carrera porque venía en el proceso previo a un resfrío. En la competencia les contaba a los otros corredores de Reconquista, Martin Leiva y Leonardo Obredor, pero nadie parecía entender la importancia que yo le daba a la pava eléctrica, en fin… Se la pierden…





El fin de semana de competencia comenzó el sábado y continuó el domingo. El primer día con carrera de infantiles y posta. El segundo día con categorías Promocional, Super Sprint, Sprint MTB y Rueda Fina. Las dos primeras largaron con algunos accidentes porque el circuito callejero presenta esos inconvenientes hasta en las pruebas europeas, pero no hay que dejar de prestarle atención y educar a los conductores de autos y motos. La organización en general fue espectacular, mucha gente del municipio comprometida con el evento. Para la largada del Sprint final de MTB y Rueda Fina el oleaje era importante. Felicito a la organización por asumir riesgos junto a la Prefectura porque otras Asociaciones deportivas prefieren suspender con tal de no trabajar demás… y justamente esas Asociaciones son la que superan los mil pesos de inscripción a los eventos y son las que menos actividades organizan en el año y quieren tener socios para generar ingresos seguros… 
Se formó una retroalimentación entre los competidores de Goya y Reconquista, un apoyo mutuo, muchas caras conocidas de atletas con los que nos vemos en Corrientes en similares Triatlones. Hay que destacar la buena onda de los guardavidas, la escuelita de kayaks, los particulares con sus lanchas, pero sobre todo la Prefectura Naval Argentina.
En la etapa de ciclismo el viento fue donde más se hizo notar, en mi caso no permitiéndome poner el último piñón de la bici salvo por 4 cuadras cada vuelta. La fuerza ya venía del público que alentaba cada vez que nos veía pasar… Venía tercero en la General de MTB, pero el ciclista de MTB que perseguía me sacaba más de un minuto de ventaja por vuelta, eso puede desalentar a cualquiera. Lo que yo no sabía era que estaba restándole el mismo tiempo al puntero. Así que gran trabajo de Julio Fernandez que finalmente se quedó con el primer puesto.





A pocos metros de dejar la bici en el parque cerrado y corriendo sobre arena con un dolor en la cintura tremendo, me lo cruzo al puntero de Rueda Fina Walter Molina y un rato más tarde a la puntera femenina de Rueda Fina Paula Marti. Dos atletas de Reconquista.
Para mí la etapa más difícil de un triatlón es la transición de la bici al pedestrismo. Por eso practico ese combinado. Una buena sorpresa para mí fue descubrir entre la vegetación de la costa, la vista del río, la tarde en donde el sol ya casi caía en el horizonte a un grupo de chicas y chicos que tocaban tambores a un ritmo que estimulaba la carrera. Todo eso cuando pensaba que estaba solo en el camino un estímulo, un aliento, una caricia al alma del corredor…








Sprint final, faltan solo trecientos metros y va corriendo un señor que lo tuve toda la carrera al alcance, pero participa en Rueda Fina. Solo por el hambre a sangre que tenemos, tiro un pique final para demostrarle que vine a dejar todo y que si no se apura pasaba adelante. Por supuesto que se dio vuelta y al mirarme mis ojos encendidos, corre desesperadamente para alcanzar la meta a pocos metros de él. Ese señor me enseñó que tiene camaradería al no saludar a nadie para esperarme y recibirme con un abrazo. Entre participantes hay respeto. Porque en la carrera no hay jerarquías, somos todos iguales.
La premiación ya de noche con una banda de fondo, algunos chicos festejaban con cervezas y baile en la playa.








Me quedaba la mañana del lunes, luego del abundante desayuno del Apart Hotel salir a caminar por la ciudad y disfrutar de sus plazas, costanera, el microcentro… Por la tarde embarqué y ya en el Puerto de Reconquista recorrí los últimos kilómetros en mi bici hasta mi casa.





Un fin de semana extraordinario en Goya, Corrientes, nuestra ciudad hermana del otro lado del Paraná. Espero volver algún día a disfrutar del lugar. Si te cruzas con algún correntino que no dice “chamigo” o “si pue” es un trucho, ese no es correntino.