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miércoles, 26 de junio de 2013

María

María se seca las manos
con horas, hijos y panes calentitos
en su delantal de alegrías.

Ella toma su escoba
y barre solazos de metal,
ella sabe que sus movimientos
asombran el silencio de su rancho,
que reconoce en sus labios
aquel viejo chamame
que la enamoro una vez.

La caca de barro despierta con niños
olvidados en el desayuno
y sus pechos aromosos
aspirando un verdoso mate cocido.

María, puro corazón,
prolonga sus recuerdos
con las enseñanzas de su madre,
caricias y besos que nunca se acaban.

Podrán caer mil soles en el pago
y seguirá espesando amores
con la lentitud de la mirada comprensiva,
o las harinas de su ternura.

María es una madre  criolla
que anda trasplantando sueños
como semillas en primavera
sin replegarse en borrones nuevos.

Hoy, su risa temblorosa…
aun humedece mis oídos
tropezando con los años.

Ella me abraza con su canto
me remoja con su magia,
me llena de lágrimas su lejanía.

[Prof. Armando Bandeo]